infoRETAIL.- El crecimiento de la clase media, la demanda de alimentos nutritivos de proximidad y la necesidad de opciones de comida rápida saludables que se adapten al frenético ritmo de vida urbano son tres tendencias clave en las grandes ciudades, según el Vademecum on Food and Beverage Markets 2017.

El estudio, que ha analizado el potencial de 25 grandes ciudades para el sector de alimentación y bebidas, concluye que la mitad de la población mundial vive en entornos urbanos y la previsión es que ese porcentaje alcance el 70% en 2050. Por otro lado, las ciudades son "el mejor campo de pruebas" para entender el mercado de cada país, según los autores.

Las ciudades de Madrid, Barcelona, Berlín, Fráncfort, Londres, Milán, Moscú y París destacan por el interés de cada vez más consumidores de clase media por los productos orgánicos, sostenibles y de conveniencia. Los urbanitas europeos suelen situarse a la cabeza de los índices de confianza y uso de las nuevas tecnologías para comprar alimentos.
 
El estudio, dirigido por el profesor del IESE Jaume Llopis y elaborado por la investigadora Júlia Gifra con la colaboración de Deloitte y expertos locales, revela que el turismo genera grandes oportunidades en Madrid y Barcelona, como la elaboración de platos locales con productos ecológicos.

En América, los alimentos saludables son más populares que nunca, especialmente en las ciudades de Los Ángeles, Miami, Nueva York, Ciudad de México, Bogotá y Lima. Por su parte, en São Paulo destaca una demanda emergente en soluciones de comercio electrónico.

Por otro lado, la creciente presencia de millennials en el mercado está generando un impacto particular en el consumo. En Asia, por ejemplo, los mercados de Pekín y Shanghái se están adaptando a los hábitos de compra de esta generación, de mayor poder adquisitivo y con un creciente interés en alimentos importados. Como consecuencia, se están abriendo nichos de mercado en comida exótica y de alta calidad.

Por último, en ciudades como Bogotá, Ciudad de México o Lima, todavía existe una gran desigualdad, donde convive un creciente mercado del lujo con una industria de bajo coste de gran tamaño. Este último es muy sensible al precio, con una gran demanda de marcas económicas y tiendas de descuento.